domingo, 17 de abril de 2011

EL DIPUTADO CARRANZA




Como decía, el abuelo José solía escribir en VIDA NUEVA periódico de la UGT y poco a poco transcribiré aquí sus escritos con el fin de que su recuerdo perdure y que las personas que lo conocieron le recuerden y aquellas que no, le conozcan un poquito.


EL DIPUTADO CARRANZA


El diputado Carranza, que terminó su papel en la sesión preparatoria en las actuales Cortes con tan refinada grosería como académica frase: "No me da la gana", recuerda a esos crios maleducados, que si se les advierte que hurgarse las narices con el dedo es una porquería,responden del mismo modo que el caduco diputado monárquico. Parodiando a don Juan, había que decirle: "anciano, la lengua ten". pero basta con declarar lo evidentemente que denota el colegio en donde sus o tutores pensaron educarlo. Allá le enseñarían, con sequedad, a pedir a Dios por todos los caminos trillados de las oraciones, que le conserve el privilegio de ser rico, de fastidiar a los que están bajo su férula, de mandar siempre: pero olvidaron algo que es elemental para andar entre racionales.

Si a nuestro camarada Indalecio (Prieto) -pongo por rotundo- se le hubiera ido el freno algún día soltando exabrupto tal, había que ver los aspavientos de EL DEBATE. Pero lo ha largado un ex márques o cosa así. Hay que celebrar la arrogancia. En los centros de enseñanza de donde suelen salir los Carranzas al uso, acostumbran a fabricar abogados, médicos, hasta ingenieros; tal vez alguno alcanza la categoria de sabio; pero en cuanto a lo que debiera su principal consecuencia de la cultura, la educación, desgraciadamente en muchos casos, brilla por su ausencia. Sabrán muchas matemáticas, mucho cálculo infinitesimal, mucha patología, etc., etc., y en cuanto a trato correcto con sus semejantes, tan pronto escarba la posición en la fierecilla que todos llevamos dentro, le sueltan un par de coces al mismísimo lucero del alba.

Ocurre a veces también, que gentes desconocidas en absoluto, cual ocurre con ese señor Carranza, llegan a extremos absurdos para hacerse presentes. Tal vez, ese Carranza, nos ofrezca el ejemplo de un caso típico. Porque a parte de D. Venustino, el de Méjico, y un fabricante de ladrillos de mi pueblo, no nos son conocidos hasta el presente otros Carranza. Si el diputado en cuestión era desconocido de la mayoría de los españoles, gracias a so grosería, hoy es el tema de infinitas conversaciones, La atención pública que tanto anhelan los mediocres, lleva a tales términos a los hombres, que siempre habrá ocasión de recordar al sofista de Tebas. Alcibíades, que notando se olvidaban de él sus convecinos, hizo pagar por un esquelético chucho seixcientos sextercios y, cuando pasó también la ola del comentario, hizo cortar el rabo del sarnoso can.

Ese Sr. Carranza, viendo que la vida se le acaba y que los rotativos no proclaman su nombre, se debió decir: Allá verán, y soltó la linda frase y se quedó, seguramente, tan serio como el burro que acaba de soltar un par de coces.


José Cansado en Vida Nueva, 21.03.1936



¡Ay! abuelo!, si hoy pudieses oir.....

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